Las relaciones sociales pueden ser una fuente de apoyo emocional ante las dificultades de la vida, o pueden convertirse en origen de más estrés. Es necesario analizar cuáles son las conductas que originan ese malestar y los pensamientos asociados a ellas. Establecer cambios en nuestras conductas ocasionará cambios también en las conductas de los demás. Para que nuestra conducta sea funcional y adecuada a las situaciones, desde la intervención psicológica podemos aprender a defender nuestros derechos, saber decir “NO” ante peticiones que consideramos inadecuadas, expresar críticas ante situaciones que nos parecen injustas, o incluso expresar agrado a los demás.
La terapia psicológica puede enseñarnos habilidades aplicables a las relaciones sociales; estas nos ayudan a afrontar situaciones difíciles donde los miedos y pensamientos inadecuados en relación a los demás pueden bloquear nuestra respuesta o llevarnos a responder de manera inapropiada.