A veces las emociones intensas, ya sean agradables o desagradables, nos llevan a poner en práctica conductas que tienen efectos negativos sobre nosotros mismos o sobre nuestro entorno (ludopatía, agresividad hacia los demás o incluso hacia una misma, ira excesiva, tricotilomanía o arrancarse el pelo, comer en exceso, morderse las uñas, etc).
La terapia psicológica puede enseñarnos estrategias para manejar situaciones que conducen a este tipo de conductas, a través de la regulación de las emociones que nos generan.